Archivo Histórico Provincial
Toledo 2004
INTRAHISTORIA Y POESÍA EN LAS ACUARELAS DE JAIME
INTRAHISTORIA Y POESÍA EN LAS ACUARELAS DE JAIME Este conjunto de acuarelas que conforma la última entrega de Jaime Corregidor suponen su consagración como gran acuarelista, como pintor de estilo cuajado, poética sensibilidad y depurada técnica. Desde la primera a la última llama la atención la variedad de los elementos elegidos, como si el autor hubiera propuesto un reto inicial: expresar con la acuarela, técnica que no admite corrección y exige un trazo muy firme y seguro, el color y la tersura de la cal, del barro, la piedra, el agua, la madera... el aire, en fin, el aire. Hay motivos que resultan espectaculares, clásicos, como de postal turística. Ahí están Oropesa y sus monumentos al atardecer, Albarracín acostado en su sueño eterno, Gredos y el esplendor de sus tormentas... Ahora bien, en otros casos, lo que le interesa al artista es lo intrahistórico, el rincón insólito u olvidado, no la perspectiva tópica y manida: el rincón de un convento, el cobertizo de una estrecha calle de pueblo, el recodo de un río que refleja piedras prehistóricas... Y, en fin, otros motivos, como los cerrojos y cerraduras suponen un reto más, un atrevimiento: algo aparentemente poco poético (una puerta desvencijada, una cerradura que ha perdido su llave...) cuyo encanto reside en procurar la belleza íntima de lo decrépito, de lo inservible. Con ello el autor elabora una suerte de símbolo: el hombre, en el fondo, cada uno de los que contemplamos la acuarela, somos ese cerrojo, esa puerta mordida por el tiempo, esos hierros gastados por el uso y el viento. Esos cerrojos reflejan nuestro destino. Otro tanto cabe decir del tema del agua, el río (el Padre Tajo, en este caso). Se trata de otro símbolo tradicional: un espejo que refleja en su quietud nuestro destino, que no es otro que el suyo, es decir, pasar, fluir, deshacerse lentamente en el mar, que es la Nada o el Todo o la Puerta del Misterio. Todo ello es uno y lo mismo. La Puerta... ¡cuántas puertas! ¿Qué hay del otro lado? El misterio. El silencio. Entre tanto, nos queda la belleza: perspectivas de Oropesa y Albarracín, rincones de Toledo, acantilados de Llanes... Admirable conjunto de acuarelas. Su contemplación depara una lección de metafísica, una reflexión poética y el gozo efímero y fugaz de los sentidos. Jaime ha conseguido el dominio entrañable de los colores y la armonía sutil de su combinación para procurar la sensación placentera en el ojo que los contempla. Albarracín es una sinfonía de color en transición y contraste de matices, que evocan su prestigiosa perspectiva como visión captada a través de un ensueño, más sentido que vivido. Otro tanto cabe decir de Tormenta en Gredos, donde el paisaje (sensación captada con los ojos del alma, impresión, diríamos, en instante fugaz) es una azul percepción etérea que surge de la roca y la nieve y se pierde en la altura en una sutileza de lejana niebla evanescente. Y es que lo observado, son frecuencia, configura una atmósfera de sensación y pálpito, más que de referencia minuciosa de retrato fiel del natural. Admirable conjunto de acuarelas, en definitiva, que contribuye a acrecentar el hermoso marco que las acoge en exposición. Toledo, y sus hondos patios entrañables, donde reposa, eterno, el espíritu de la intrahistoria, es el escenario adecuado.
José María Gómez Gómez Catedrático y poeta. Miembro de la Real Academia de Toledo y de la Cofradía Internacional de Investigadores
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